La lepra tiene cura, pero no está erradicada

lepraDos especialistas explican los síntomas. La clave: detección temprana. Ya no hay leprosarios, pero persisten los prejuicios.

Es generalizada la creencia de que la lepra desapareció del planeta, pero es falso: la patología existe. Es más, cada año se detectan unos 350 nuevos casos en Argentina, según la Sociedad Argentina de Dermatología (www.sad.org. ar). El dato no es para alarmarse: la enfermedad tiene cura. De ahí que durante la primera semana de octubre de cada año se desarrolle la Campaña Nacional de Educación y Prevención de la Lepra.

 «El objetivo es alertar sobre la presencia de la enfermedad e informar cómo reconocerla, ya que con atención temprana se cura», aseguró a LA GACETA el dermatólogo tucumano Juan Anzorena, a cargo del Programa Nacional de Control y Prevención de Lepra en la provincia.

Con él coincidió su par Silvia Molina, jefa del servicio de Dermatología del Hospital de Clínicas Nicolás Avellaneda y docente de la cátedra de Dermatología de la Facultad de Medicina de la UNT. Ambos charlaron con el diario e informaron que en Tucumán se detectan por año entre 25 y 30 casos nuevos, y que un número similar de pacientes termina el tratamiento y se cura.

 

¿La lepra es una patología infecciosa?

Se trata de un mal infeccioso producido por el microbio Mycobacterium leprae. Afecta preferentemente la piel y los nervios periféricos y, en ocasiones, las mucosas y los órganos internos.

 

¿Se contagia fácilmente de persona a persona?

Es difícil el contagio de un enfermo a una persona sana, ya que esto ocurre cuando se da un contacto directo y prolongado durante años. En estos casos el contagio se produce porque el enfermo tiene la posibilidad de transmitir la patología (no todos los que padecen lepra eliminan bacilos fuera de su organismo) y la persona sana es susceptible de contagiarse y está predispuesta a contraerla. Como con todo mal infectocontagioso, el hacinamiento, las malas condiciones de higiene y la malnutrición favorecen su desarrollo.

 

¿Cuáles son los primeros síntomas?

La enfermedad es silenciosa. En la piel aparecen manchas (máculas) con disminución del vello y pérdida de la sensibilidad. Según la forma clínica pueden presentarse nódulos (lesiones tubérculo-nodulares llamadas lepromas) y engrosamiento de la piel (placas); también dolor espontáneo en las zonas de los nervios periféricos. Generalmente se produce un trastorno de la sensibilidad, que va desde una leve hipoestesia (adormecimiento) a una anestesia total. Además, poco a poco, por falta de cuidado y de un tratamiento oportuno, las heridas se infectan ocasionando un daño que al cabo del tiempo produce discapacidades y deformidades. También hay que estar atentos si se producen obstrucciones nasales persistentes -con o sin hemorragia nasal- de causa no justificada, u hormigueos (disestesias, parestesias) en pies y manos. Por eso, se debe recordar que la lepra existe cuando una persona presente una mancha con adormecimiento (que no pique, no duela y no moleste) que persista en el tiempo.

 

¿Existe alguna vacuna?

No, pero lo importante es que la enfermedad se cura sin dejar secuelas o discapacidades cuando el diagnóstico es temprano. Un tratamiento adecuado y a tiempo permite cortar la cadena de contagios y evitar las discapacidades propias del mal: un paciente que ha perdido la sensibilidad en sus manos o en sus pies se puede lastimar o quemar fácilmente. Después no podrá trabajar, pues tendrá las manos en garra (o neuropáticas), por ejemplo.

 

¿Cuánto dura el tratamiento?

De seis meses a un año, según la forma clínica del paciente. La Organización Mundial de la Salud entrega gratis la medicación por medio del Programa Nacional de Lucha contra la Lepra. Es un tratamiento multidroga (TMD), porque se usan varios medicamentos a la vez.

 

¿Todavía existe prejuicio contra la lepra?

Lamentablemente perduran el rechazo y el temor a la lepra. Debemos trabajar mucho para erradicar este prejuicio; hay que lograr que no se vean afectadas las relaciones sociales, laborales y familiares del enfermo. Hasta mediados del siglo pasado se recluía a los pacientes en leprosarios. Pero eso es historia antigua. Los medicamentos actuales son muy eficaces y permiten el tratamiento ambulatorio.

 

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